Desde el inicio de los tiempos, las personas se han sentido identificadas con el lugar en que viven, ya sea de forma colectiva o de forma personal, pero siempre hay una topofilia presente entre los individuos que habitan y modifican el espacio y el ambiente que los condiciona a vivir allí. Ante esto, no es de extrañar que en nuestro país se realicen manifestaciones contra proyectos inmobiliarios que quieran “destruir” un barrio patrimonial o bien, que se consideren las condiciones climáticas y geográficas de un territorio para el emplazamiento de nuevos proyectos habitacionales, sobre todo para las familias que buscan tranquilidad en condominios tranquilos y lejos del bullicio y el alboroto que las grandes ciudades han venido acarreando con el paso de los años.
Como dijimos anteriormente, existen 2 tipos de afiliación al espacio: La individual y la colectiva. En qué consiste cada una de ellas, es lo que vamos a detallar ahora y luego proseguiremos en su aplicación a los barrios anteriormente analizados en los cerros de Valparaíso.
1. El espacio personal
Este espacio se da en todos los individuos, pero la manera de percibir esta, cambiará entre las distintas personas, e incluso entre sus condiciones de vida. Así ocurrirá que hay situaciones donde un niño percibirá una esquina de manera distinta a la de un adulto, e incluso sentirá que el mundo que está más allá de su casa es peligroso y desconocido, al identificar su hogar como el lugar más seguro, gracias a la presencia de familiares de su confianza.
Este espacio es el más difícil de detallar, ya que su percepción, como dijimos anteriormente, puede ir desde el hogar, hasta un barrio o recorridos que el individuo realice diariamente y se sienta seguro en ellos.
2. Espacio colectivo
Estos espacios aparecen cuando una comunidad reconocen un espacio como propio y le dan una “identidad especial”, características únicas que diferencian a este espacio de los demás. Es así como surgen los barrios. Creados por las personas que allí residen y sobre todo, por los intereses que comparten estas personas, y defenderán este territorio con toda su fuerza, para evitar ser pasados a llevar, por una autoridad o bien, por cualquier persona ajena al sector que se habita.
También este espacio puede ser más grande y abarcar una comuna o bien una ciudad, pero para administrar estos espacios, se querrá que quienes los gobiernes, hayan pertenecido a esta localidad y por ende, mantener así la “autonomía” sobre el lugar que se habita. Para los casos nacionales, los gobiernos son los encargados de convencer a la ciudadanía que estos espacios públicos les pertenecen y por ende deben protegerlos de invasores o bien de amenazas ecológicas o ajenas al lugar.
Como dijimos anteriormente, existen 2 tipos de afiliación al espacio: La individual y la colectiva. En qué consiste cada una de ellas, es lo que vamos a detallar ahora y luego proseguiremos en su aplicación a los barrios anteriormente analizados en los cerros de Valparaíso.
1. El espacio personal
Este espacio se da en todos los individuos, pero la manera de percibir esta, cambiará entre las distintas personas, e incluso entre sus condiciones de vida. Así ocurrirá que hay situaciones donde un niño percibirá una esquina de manera distinta a la de un adulto, e incluso sentirá que el mundo que está más allá de su casa es peligroso y desconocido, al identificar su hogar como el lugar más seguro, gracias a la presencia de familiares de su confianza.
Este espacio es el más difícil de detallar, ya que su percepción, como dijimos anteriormente, puede ir desde el hogar, hasta un barrio o recorridos que el individuo realice diariamente y se sienta seguro en ellos.
2. Espacio colectivo
Estos espacios aparecen cuando una comunidad reconocen un espacio como propio y le dan una “identidad especial”, características únicas que diferencian a este espacio de los demás. Es así como surgen los barrios. Creados por las personas que allí residen y sobre todo, por los intereses que comparten estas personas, y defenderán este territorio con toda su fuerza, para evitar ser pasados a llevar, por una autoridad o bien, por cualquier persona ajena al sector que se habita.
También este espacio puede ser más grande y abarcar una comuna o bien una ciudad, pero para administrar estos espacios, se querrá que quienes los gobiernes, hayan pertenecido a esta localidad y por ende, mantener así la “autonomía” sobre el lugar que se habita. Para los casos nacionales, los gobiernos son los encargados de convencer a la ciudadanía que estos espacios públicos les pertenecen y por ende deben protegerlos de invasores o bien de amenazas ecológicas o ajenas al lugar.
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